Franco tuvo que asumir la muerte de Salazar y la Revolución de los Claveles

25 de Abril en Portugal.
25 de Abril en Portugal.

Las campanas de España doblaron a muerto cuando el dictador falleció en su cama pero hace 40 años la dictadura salazarista desaparecía a los sones de 'Grándola, vila morena'.

Franco tuvo que asumir la muerte de Salazar y la Revolución de los Claveles

No tuvo España una canción popular que, como "Grándola, vila morena", del entrañable Zeca Afonso, pusiera en marcha el herrumbroso engranaje de un pueblo anquilosado pero vivo. 

   Cuando en España se iba la vida del general Franco y se oteaba la posibilidad de un reenganche democrático a Europa, Portugal avanzaba solidariamente y ponía claveles en las bocachas de fuego de las armas ligeras y pesadas de un ejército, el del pueblo, que el 25 de abril de 1974, entendió el mensaje de una canción que, el tristemente fallecido José (Zeca) Afonso había compuesto como homenaje a la Sociedade Musical Fraternidade de Operários Grandolenses. Todo un himno que apagó el ruido de sables y el paso ligero de unas botas militares cansadas de pelear en las colonias africanas de un Portugal que se desangraba en Angola, Mozambique, etc.

  Portugal acuñó ese 25 de abril con su "Revoluçao dos Cravos", sellos de identidad imborrable con frases como "O povo é quen máis ordena/Dentro de ti a cidade", "En cada esquina un amigo/ en cada rosto igualdade", "A sombra duma azinheira/que ja nâo sabía a idade/Jurei ter por compañeira/Grándola a túa vontade". Perdura, frente a intentos que hubo de desestabilización y a troikas comunitarias que han apretado -y aprietan todavía- el nudo gordiano de unas políticas económico-financieras que pusieron de nuevo al pueblo portugués en marcha, su Grándola, vila morena del Alentejo que acuna, y acunará siempre, a un pueblo que quiere seguir siendo el que más ordena a la sombra de una higuera y a la vera de un pozo sin fondo que sigue manando agua fresca con la que regar el ánimo de un pueblo que no quiso seguir, nunca más, los caminos del Estado Novo.

   Tras la Revolución de los Claveles en Portugal, España continuó sotto voce con su "Cara al sol" y sus "Montañas nevadas" por un año y el tiempo añadido de un partido del que Arias Navarro fue árbitro, en el que los españoles de la época aplaudíamos, con un no sé qué de envidia. el paso adelante del ciudadano portugués que fijó su norte en un pueblo, Grándola, del distrito de Setúbal, quemado por el sol y añorante de un Atlántico con océanos incrustados en la tablazón de los "doris"  que peleaban en Terranova y en el Mar del Norte por un bacalhau que traer a la ribeira y que preparar bien dorado al horno.

   Una guitarra, una voz muy peculiar y un gran sentimiento pudieron más que los avezados generales, curtidos en mil guerras de un Portugal colonial, a los que se hizo ver que el pueblo "es quien más ordena".

    Hace de esto nada más y nada menos que 40 años.

    Obrigado, Portugal, por el ejemplo de un rostro que refleja igualdad, fraternidad y voluntad.

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